Los síntomas cognitivos se incluyen como criterio clave para el diagnóstico del trastorno depresivo mayor (TDM) tanto en el DSM-IV-TR y DSM-V como en la clasificación internacional de enfermedades, décima revisión (ICD-10).
En el DSM-V esos criterios incluyen una disminución de la capacidad para pensar o concentrarse, o la indecisión casi cada día y un retardo psicomotor o agitación percibido y objetivable. En la CIE-10, estos criterios incluyen una disminución de la capacidad para concentrarse y marcado retardo psicomotor o agitación.
Sabemos que los pacientes con frecuencia se quejan de problemas cognitivos. Se quejan de problemas de memoria y concentración y también tienen problemas de capacidad de organización, así como de velocidad de procesamiento. Por lo tanto, todos los ámbitos se ven afectados. No sólo se pueden identificar en la práctica clínica, sino que también se evidencia en investigación que las dificultades cognitivas son algo común y persistente. Persisten, incluso, tras la resolución de otros ámbitos de la depresión, como el estado de ánimo bajo. Estas quejas cognitivas a menudo interfieren en las actividades diarias, condicionan problemas en el entorno laboral, en el entorno doméstico y en el entorno social. Que determinen el resultado funcional, pone de manifiesto la relevancia de la cognición y la depresión. Se calcula que entre un 60 % y un 90 % de los pacientes notifican y/o presentan disfunción cognitiva durante una depresión y hasta un 50 % de los pacientes continúa presentando problemas cognitivos una vez se consigue la remisión.
Preguntas como:
“¿Tiene dificultades para tomar decisiones en casa o en el trabajo y, si es así, por qué?”. La toma de decisiones es una función ejecutiva clásica.
“¿Tiene problemas para leer el periódico?”
“¿Tiene problemas para leer apuntes?”.
“¿Tiene problemas para seguir los programas de televisión o las conversaciones?”. Estos son elementos clave de la concentración y de la atención, que son otras funciones cognitivas clásicas.
Otra pregunta clave tiene que ver con el área de la memoria, por ejemplo: “¿suele extraviar cosas como las llaves, suele tener dificultad para recordar nombres, artículos de la compra o se olvida de tareas domésticas?”.
Y finalmente; “¿tiene dificultades para iniciar o finalizar tareas comunes, ya sea en casa o en el trabajo?.
Estas preguntas tienen la finalidad de identificar áreas como la motivación, la resolución de problemas, la indecisión y la organización, que son funciones ejecutivas clásicas y tareas cognitivas frías. Estas simples preguntas pueden proporcionarnos mucha información.
Las áreas comúnmente afectadas son: la atención (alteración de la concentración), la memoria (olvidos, no encontrar las palabras), la función ejecutiva (dificultad para tomar decisiones, planificar, priorizar, hacer múltiples tareas) y la velocidad psicomotora (lentitud en las respuestas, enlentecimiento).
Algunos de los nuevos antidepresivos, como Vilazodona o Vortioxetina, los fármacos llamados “multimodales”, inciden específicamente en estos síntomas cognitivos.
La base neurobiológica de la cognición es compleja y se ven involucradas muchas regiones del cerebro (la corteza prefrontal, el núcleo caudado, el núcleo accumbens, el hipocampo, la amígdala) y múltiples neurotransmisores (la serotonina, la dopamina, la noradrenalina, el glutamato, la histamina, la acetilcolina). Se cree que las funciones ejecutivas (por ejemplo, la atención selectiva, el control inhibitorio, la planificación, la memoria de trabajo) están controladas principalmente por la corteza prefrontal (CPF) y las conexiones con el tálamo y los núcleos basales. En pacientes con TDM, los cambios estructurales en el hipocampo se han relacionado con la falta de memoria. De hecho, se ha sugerido que incluso antes que el TDM se manifieste, la memoria episódica deficiente (que se cree se sustenta en el hipocampo) podría ser un marcador de vulnerabilidad para la depresión. La imagen funcional de los pacientes con depresión muestra anomalías constatadas en la corteza prefrontal, incluyendo áreas como la corteza dorsolateral prefrontal que están implicadas en el control cognitivo de las emociones.